Folleto Kosovo

AYUDA A KOSOVO

INFORMÁNDOTE

 

 

 

 

 

 

 

Condición de refugiado según la ONU:

"Cualquier persona que debido a fundados temores de ser perseguido por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y, a causa de dichos temores, no pueda o no quiera acogerse a la protección de tal país". (Convención Relativa al Estatuto de los Refugiados, ONU, 1951).

Desplazados:

También han sido forzados a salir de su lugar de origen por causas similares pero no han cruzado la frontera.

Tanto los refugiados como los desplazados internos padecen traumas físicos o mentales provocados por la huida, o en muchos casos por las amargas experiencias vividas. La situación de los desplazados puede llegar a ser incluso más precaria que la de los refugiados al no poder obtener ayuda por parte de ACNUR, esto es preocupante porque la mayoría de los conflictos actuales son internos. Y los desplazados aumentan considerablemente.

Revisión histórica

  • En 1948 la recién creada ONU toma una de sus primeras decisiones tras la IIGM para castigar las atrocidades cometidas, es la Convención para la Prevención y Castigo del Crimen de Genocidio.
  • En 1951 la ONU convierte la Convención de 1948 sobre el genocidio en Tratado.

A la vez redacta la Convención relativa al Estatuto de los Refugiados que tiene carácter de ley y ha sido ratificada por 136 países.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los refugiados (ACNUR) recibió el mandato de alentar a los países a recibir refugiados, prevenir la repatriación forzosa, ofrecer asistencia y protección y buscar soluciones duraderas al problema.

  • Genocidios cometidos después de la firma del Tratado: Camboya (75-79), Bosnia (92-95), Ruanda (94)
  • 1969: la Organización para la Unidad Africana (OUA) reguló en la Convención de Adis Abeba los aspectos específicos de los problemas de los refugiados en África, introduciendo un nuevo matiz en el concepto: "aquellos que son forzados a huir por la violencia , las agresiones, la ocupación por fuerzas externas, la dominación extranjera o debido a otros acontecimientos que alteren seriamente la paz en una parte o en el conjunto de su país de origen".
  • 1984: los países de América Latina adoptan la Declaración de Cartagena, que amplía la definición de la OUA incluyendo a las víctimas de "violaciones de derechos humanos". Esta aportación a la def de refugiado ha supuesto instaurar el procedimiento de "prima facie" que permite que grupos de refugiados sean reconocidos de forma colectiva y reciban protección y ayuda del país receptor, ACNUR y la comunidad internacional.
  • 1998: Creación del Tribunal Penal Internacional (TPI), nacido con el fin de hacer efectivos los tratados de 1951 sobre el genocidio, firmado por 160 países (no firmado por Milosevic).
  • Datos de 1999: ACNUR ha amparado a 22 millones de refugiados, cifra inflada en los últimos años con los casos de somalíes, sudaneses, tayicos, royingas birmanos, serbios, croatas, bosnios, burundeses y ruandeses.

A la vez ha habido 25 millones de desplazados internos a los cuales ACNUR no puede prestar su apoyo debido a las consideraciones de soberanía de estado a excepción de la petición del país afectado o del Secretario General de la ONU.

 

 

Fechas

Genocidios del siglo XX

1915-16
  • Armenios a manos del gobierno turco (Cómité Central del Partido de los Jóvenes Turcos dominado por Mehmed Talat, Ismail Enver y Ahmed Djemal): un millón y medio de muertos.
1939-45
  • Judíos, gitanos y miembros de otras comunidades centroeuropeas a manos de los nazis: 6 millones.
1975-79
  • Vietnamitas y musulmanes camboyanos a manos del gobierno de los Jemeres Rojos de Pol Pot: un millón y medio si se incluye a los propios camboyanos perseguidos por el régimen.
1992-95
  • Bosnios y musulmanes a manos de Rdovan Karadzic y extremistas serbios y croatas: 200.000 muertos. La violencia interétnica en los Balcanes ha sido pródiga a los largo del siglo, con comportamientos genocidas por los ustachis croatas contra los serbios y los chetniks serbios contra los croatas en torno a las 2ªGM. Entre 1991 y hoy comunidades croatas, serbias, bosnio-musulmanas y albano-kosovares han sido objeto de persecución y exterminio por los contrarios.
1994
  • Tutsis ruandeses a manos del gobierno hutu y paramilitares: 800.000. La violencia cargada de motivaciones étnicas ha sembrado de muerte la región de los Grandes Lagos desde la independencia de Burundi y Ruanda a comienzos de los 60.

Casos discutibles de ser considerados genocidios:

Considerados como "Crímenes contra la Humanidad":

Los crímenes por "limpiezas étnicas" no tienen fuerza legal, no pueden ser empleados para acusar a nadie ante un tribunal.

La "deportación", según la legislación internacional, entraría dentro de los considerados "Crímenes contra la Humanidad". Stalin, uno de los mayores criminales del siglo XX con sus deportaciones masivas de campesinos ucranianos y chechenos, se encargó de presionar en la Convención de la ONU de 1948 para que la deportación no fuera considerada genocidio.

 

Una historia sin digerir

El conflicto de Kosovo, que empieza en la Baja Edad Media, es el penúltimo atentado contra la paz en Europa

M. Á. BASTENIER (4 de abril)
El problema de Kosovo comienza en la Baja Edad Media y cristaliza a fin del siglo XIX. El 28 de junio de 1389, el zar serbio Lazar muere derrotado por el Imperio Otomano en la batalla de Kosovo Polje, y con él desaparece el reino medieval serbio, que no recuperará su existencia hasta 1878. Una gran mayoría de la población de Kosovo era entonces serbia, aunque nunca había dejado de haber albaneses, que lucharon, como cristianos ortodoxos que eran, en las huestes del monarca serbio.

Durante los siglos siguientes, el albanés es el único pueblo europeo, junto con el bosnio, que se convierte mayoritariamente al islam, y protegido por Constantinopla va acentuando su establecimiento en la zona. Tras una serie de guerras, Serbia obtiene la plena independencia del Imperio Otomano en 1878. Las tierras pobladas por albaneses siguen, sin embargo, fieles al poder islámico a cambio de que Constantinopla reúna ese mismo año, en una sola provincia, lo que hoy es Albania y Kosovo. Las penúltimas guerras balcánicas se libran en 1912-1913, y en ellas los albaneses combaten con los turcos contra Serbia y los otros poderes de la región. La derrota otomana lleva a Albania a la independencia y consolida las fronteras de Belgrado con el dominio sobre Kosovo. A comienzos de siglo ya hay una ligera mayoría de población albanesa en la provincia kosovar.

En 1918, tras la destrucción del imperio de Constantinopla, en la Gran Guerra, se funda el reino de los serbios, croatas y eslovenos, que tomará el nombre de Yugoslavia en 1929, y cuyo centro hegemónico es la antigua Serbia. Al término de la II Guerra Mundial, Yugoslavia se convierte en un Estado federal integrado por seis repúblicas, de las que la mayor, Serbia, cuenta con dos regiones autónomas: Kosovo y Voivodina.

En marzo de 1945 estalla una primera revuelta kosovar, porque los albaneses se niegan a combatir en el Ejército yugoslavo, y el dictador comunista Tito impone el estado de sitio, que dura hasta 1966. Según datos oficiales, los albaneses son ya el 66% de la población, y en 1968 el líder yugoslavo, que es croata, eleva el status de Kosovo a república autónoma con Parlamento y Gobierno propios. Finalmente, en 1974, una nueva Constitución ahonda en esa lógica creando la República Socialista de Kosovo, pero siempre dentro del Estado federativo serbio. Las seis repúblicas yugoslavas -Serbia, Croacia, Montenegro, Eslovenia, Macedonia y Bosnia-Herzegovina- le niegan, sin embargo, a Kosovo el carácter de séptima república, dotada como ellas de un teórico derecho a la secesión.

Las autoridades de la república autónoma proceden entonces a una primera versión, bien que incruenta, de la limpieza étnica, provocando el éxodo serbio del territorio, de forma que a la muerte de Tito, en 1980, los albaneses son ya cerca del 80% de la población. En abril de 1981 hay cientos de muertos en la represión de Belgrado contra las nuevas exigencias populares de que se reconozca a Kosovo el status de séptima república yugoslava.

A fin de 1987, Slobodan Milosevic alcanza la presidencia del Partido Comunista Serbio y el 27 de mayo de 1989, para responder a una creciente agitación separatista, anula lo esencial de la autonomía kosovar; una nueva revuelta es reprimida con una limpieza étnica ya en toda regla, en la que mueren cientos -si no miles- de albaneses. El llamado otoño de los pueblos, con la caída del muro y la desintegración del bloque soviético, provoca ese mismo año la destrucción de la Yugoslavia de Tito, que entre 1990 y 1992 se divide en los Estados independientes de Eslovenia, Croacia, Macedonia, Bosnia y Yugoslavia (Serbia y la diminuta Montenegro). Milosevic, que ha hecho la fase poscomunista de su carrera como campeón del nacionalismo serbio, disuelve el 26 de junio de 1990 el Parlamento y el Gobierno de Kosovo, que sólo existían ya pro-forma. En julio siguiente, una reunión clandestina de la mayoría de los diputados albaneses proclama la soberanía del país, que posteriormente se convertirá en ilegal declaración de independencia.

A comienzos de los noventa, de los dos millones de habitantes de Kosovo, menos de 200.000 son serbios, porque, pese a ejercer el poder, la presión popular y la crisis económica (Kosovo es la zona más pobre de Serbia) han ido obligándoles a emigrar de vuelta a su república madre.

El factor de equilibrio que constituía el Estado de Tito desapareció porque todos sus elementos componentes querían ventajas a la hora de compartir el rótulo común, especialmente el serbio Milosevic, que era quien empuñaba las armas. Por ello, Kosovo, al que es difícil no ver ya como país independiente, es el penúltimo atentado -en los Balcanes, ningún problema es jamás el último- contra la paz en Europa. Ya dijo Winston Churchill que la península balcánica generaba más historia que la que era capaz de digerir.

 

 

Hubo tres veces un país

El resultado de la guerra de la OTAN contra Yugoslavia afectará decisivamente los intereses de los países balcánicos y de las propias potencias occidentales

M. Á. BASTENIER (El País, 12 de abril de 1999)
De lo que se está ventilando a cañonazos desde hace 18 días en los Balcanes pueden derivarse graves consecuencias para todos los países de la zona y aún para las propias potencias que participan en la operación de castigo contra el régimen de Milosevic. La misma OTAN y sus socios europeos son quienes más pueden acusar una victoria insuficiente. De ahí que, sentimientos humanitarios aparte, la Alianza no pueda permitirse perder la guerra de Yugoslavia. Este es, país a país, un análisis de la trastienda de este conflicto.

Por tres veces en el curso del siglo XX se ha tratado de acreditar un Estado en los Balcanes que fuera una especie de versión en miniatura del imperio austro-húngaro, aunque, a diferencia de este último y sus varias docenas de nacionalidades, ese hogar multiétnico creado sobre la devastación de la Gran Guerra se conformaba con agrupar a los eslavos del sur y pueblos adheridos.

La primera tentativa, lanzada en 1918, se llamó inicialmente Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, para rebautizarse como Yugoslavia sólo en 1929, y desapareció con el repetido fragor de una II Guerra en 1941; tras un interludio de fragmentación política del área bajo el dominio nazi-fascista, Yugoslavia reapareció como Estado republicano y federal en el marco del comunismo ilusoriamente autogestionario del mariscal Tito en 1945, para extinguirse esta segunda vez en una traca de guerras civiles casi medio siglo más tarde, ya en los años noventa; la tercera encarnación es de este mismo periodo, 1991-1992, siempre con el nombre de Yugoslavia, pero reagrupando únicamente a dos, Serbia y Montenegro, de los seis Estados federados que constituyeron la probatura comunista.

Y esta tercera vez podría ser la vencida, a tenor del resultado de la guerra que enfrenta en estos momentos a la Alianza Atlántica con esa Yugoslavia que gobierna el apenas ex comunista serbio Slobodan Milosevic.

Los bombardeos de la OTAN de las últimas semanas tratan de obligar a Belgrado a que abandone todo control sobre su provincia de Kosovo, habitada al menos hasta el comienzo de las hostilidades por más de un 90% de albaneses que exigen la independencia, y un resto de serbios en una población de apenas dos millones, para establecer un virtual protectorado internacional sobre el territorio, que ponga fin a la limpieza étnica desencadenada por el régimen serbio. La represión de Belgrado ha provocado en los últimos días un éxodo de algunos cientos de miles de albanokosovares y, quizás, la muerte de miles de ellos.

De lo que se está dirimiendo, por ahora sólo en los cielos de los Balcanes, pueden deducirse, de otro lado, graves consecuencias para todos los países de la zona, y aun para las propias potencias que participan en la operación de castigo.

Procediendo como en una serie de círculos concéntricos, y partiendo del propio centro del problema, los 103.000 kilómetros cuadrados de Serbia, la primera conclusión es la de que para Milosevic la partida puede ser a todo o nada; el líder yugoslavo sabe que la OTAN difícilmente concibe ya un futuro en el que una componenda, como en la fracasada conferencia de Rambouillet, le permita mantenerse en el poder, aunque aún le quepa agarrarse al clavo ardiendo de las gestiones en curso, griegas y rusas, para parar la guerra con concesiones por ambas partes.

De la victoria de la OTAN, por tanto, habría de deducirse la caída del régimen o su reducción a la insignificancia estratégica, sometido a un diktat internacional como el de Versalles, con un ejército desdentado, y bajo vigilancia permanente. En ese contexto cabría esperar también la secesión de Montenegro, que hasta ahora ha podido preservar una autonomía interior contra los partidarios de Milosevic, y que se ve bajo las bombas atlánticas muy a pesar de su dirección política, considerada universalmente todo lo democrática que su vecindad hoy permite.

El caso más acuciante en un primer círculo de naciones ex yugoslavas (Croacia, Eslovenia, Bosnia y Macedonia) es, quizá, el del Estado de Skopje. Macedonia, al sur de Kosovo, con algo más de dos millones de habitantes, contiene 27 grupos étnicos reconocidos como tales, de los que, con suerte, algo más de la mitad son eslavos, y alrededor de un 35%, albaneses. Se comprende que si los 120.000 o más kosovares que ya han sido acogidos por sus parientes fronterizos permanecieran en el país, su composición demográfica cambiaría de tal forma que las actuales peticiones albanesas de autonomía adquirieran un más grave tinte independentista, de unión a un Kosovo separado de Serbia, o de reunión con Albania, que es el único Estado del mundo gobernado por albaneses. A ello hay que añadir que la lengua macedonia, muy próxima al serbocroata tal como se habla en Serbia, sólo fue codificado como idioma oficial del país tras la II Guerra, y que son muchos tanto en Serbia, por el norte, como en Bulgaria, por el este, los que consideran que Macedonia es un emplasto hecho de sus respectivos nacionales y otras diásporas establecidas en la zona. El nombre de Macedonia no en vano sirvió para bautizar un revoltijo de frutas, cortesía de la cocina francesa.

Para Bosnia, que es una especie de antigua Yugoslavia en pequeño, de forma que en ella se amalgaman desde el fin de la guerra civil en 1995 croatas y musulmanes en una parte autónoma, y serbios en la otra, la destrucción del vínculo entre Kosovo y Serbia mina la esencia misma de su estatalidad. Si no se puede juntar a albaneses y serbios en un Estado, ¿por qué ha de hacerse otro tanto con croatas, musulmanes y serbios?; o lo que es lo mismo, si las fronteras de la Bosnia de Tito son sacrosantas, ¿por qué no habrían de serlo las de Serbia, con albaneses en Kosovo y húngaros en la provincia de Vojovodina?

La pérdida de Kosovo arruinaría, por tanto, cualquier esperanza de que los serbios de Pale se conformen un día con seguir siendo ciudadanos bosnios.

Eslovenia, el más étnicamente homogéneo de los Estados posyugoslavos, puede ver con relativa tranquilidad lo que pasa en Yugoslavia, pero su comprensible obsesión por olvidarse de que es un país balcánico no puede quedar bien servida por una guerra tan próxima. Croacia, por su parte, es poco probable que derrame lágrimas por los problemas de sus adversarios serbios, pero, a diferencia de Bosnia, puede confiar en que la misma lógica que destruyera hoy a Yugoslavia le devolviese un día a sus croatas extraviados en el Estado federal de Sarajevo.

Albania, al extremo de ese primer círculo, pero ni eslava, ni jamás miembro de la antigua Federación Yugoslava, pese a ser el país en principio más naturalmente implicado, había logrado mantenerse bastante al margen de la reyerta hasta hace dos años. En 1997 se produjo, sin embargo, la virtual desintegración del Estado albanés a seguimiento de un gigantesco escándalo financiero en torno al juego de la pirámide. En el desbarajuste así formado los arsenales de la policía y el Ejército se ofrecieron, tanto por motivos patrióticos como económicos, a la insurrección kosovar. El Ejército de Liberación de Kosovo, que existía desde 1993, pudo aprovisionarse entonces a través de una frontera hermana, con fondos recogidos por la emigración albanesa, sobre todo, en Alemania.

La Albania más o menos restablecida de 1999 se ve obligada moralmente a aceptar hoy a los refugiados de Kosovo y aunque, bajo tutela occidental como se halla, jamás hará declaraciones extremosas sobre la destrucción de la vecina Serbia, difícilmente se opondría tampoco a la unión con los kosovares, para comenzar a hacer realidad lo que sólo pudo obtener durante los últimos años de soberanía otomana, hace un siglo: la reunión de todos los albaneses en una única provincia o vilayet, lo que hoy se llamaría, con la inclusión de los compatriotas de Macedonia, la Gran Albania. Propósitos que, verosímilmente, sólo son factibles por intermedio de futuras guerras balcánicas.

El círculo inmediatamente exterior es el formado por los restantes Estados de la península: Rumania, Bulgaria y Grecia.

El Estado más poblado y extenso de los Balcanes es Rumania, que con unos 24 millones de habitantes y 237.000 kilómetros cuadrados, tiene casi un tercio de su territorio, la Transilvania, tierra del vampiro literario, poblada por varios millones de magiares que constituyen bastante más de la mitad de la población de la provincia, de religión protestante calvinista y católica, en contraste con la abrumadora mayoría de los rumanos étnicos, que son ortodoxos, como los propios serbios, montenegrinos y macedonios, mientras que los albaneses pertenecen, aunque no tan mayoritariamente, al mundo islámico.

Aunque la actual Hungría democrática excluye cualquier reivindicación sobre sus nacionales esparcidos por la zona -además de varios millones en Rumania, hay medio millón de húngaros en Eslovaquia, y cientos de miles con más de la mitad de la población, en la Vojodina serbia- la incomodidad del Gobierno de Budapest es evidente, pillado entre los deseos de un Gobierno prooccidental que sólo sueña con ingresar en la OTAN, y una opinión descontenta con el caos político y la situación económica, que puede refluir en una cierta solidaridad otomana hacia el descontento antioccidental, si se demora demasiado la atención a su apremiante petición de ingreso en la OTAN.

Bulgaria, que tiene 111.000 kilómetros cuadrados y unos ocho millones de habitantes, y es también ortodoxa, sostiene una reivindicación histórica, últimamente en sordina porque también pide el ingreso en la Alianza, sobre la Macedonia oriental, de la que se afirma en Sofía que está casi exclusivamente poblada por búlgaros. Y el rebote albanés es obvio que puede llegar en este caso como una carambola a través de Macedonia hasta sus propias fronteras. La elite búlgara es profundamente prooccidental, pero como eslava, lo que no ocurre en la Rumania más o menos latinizada, puede sentir alguna comprensión hacia la Serbia bajo las bombas católicas y protestantes de Occidente, y, con seguridad, ninguna simpatía por el islam posotomano de los albaneses.

Grecia, finalmente, con 132.000 kilómetros y algo más de diez millones de habitantes, es total y orgullosamente ortodoxa, por lo que siente una vinculación directa con Serbia, que es, además de religiosa, un poco la de los malqueridos. En Serbia hay opinión que aún no ha digerido que siendo históricamente la aliada de Francia y Reino Unido contra Alemania y Austria en dos guerras mundiales, e incluso, relativamente bien vista en Occidente por el no alineamiento de Tito, se halle ahora en el lado equivocado, frente a una coalición de antiguos aliados y enemigos: Francia, Reino Unido y Alemania.

De forma relativamente parecida, Grecia se siente subestimada por la OTAN en relación al trato que recibe su eterna rival, Turquía, en las cuestiones de Chipre y el Egeo, y Atenas ha hallado siempre en Belgrado comprensión y apoyo contra sus comunes engorros musulmanes.

Por todo ello, si la OTAN no sale claramente victoriosa del enfrentamiento, Grecia podría enfriar su participación en la Alianza y acercarse a Rusia, por la que siempre ha habido un respeto porque Moscú, como Tercera Roma, sucesora autoproclamada en el siglo XVII de la Constantinopla bizantina, es decir griega, ha tenido siempre unos lazos ortodoxos muy fuertes con el mundo helénico, que es aquel de Europa donde la Iglesia posee mayor influencia.

 

Las víctimas más silenciosas

Al menos medio millar de niños llegan a los campamentos sin padres

YOLANDA MONJE (El País, 20 de abril de 1999)
Skopje
Son víctimas y testigos silenciosos de la violencia. Algunos tan jóvenes que incluso todavía no han aprendido las palabras para contar lo que han sufrido. O sencillamente prefieren no recordarlo y han decidido negarlo. Dentro del éxodo albanokosovar que en las últimas semanas ocurre en los Balcanes, cerca de 500 niños permanecen perdidos.

A Jehona Alija la rescataron los soldados británicos de la OTAN del vertedero humano en que, durante casi una semana, se convirtieron los barrancos de Blace, en la frontera entre la región yugoslava de Kosovo y la República de Macedonia. Sin levantar apenas medio metro del suelo, y con tan sólo cinco años, arrastraba su soledad entre los excrementos y la basura creada por el hacinamiento de cerca de los 50.000 deportados que vomitó sobre suelo macedonio el régimen de Milosevic.

Estaba en tierra de nadie, en la tierra en que se convirtieron los campos existentes junto a la vía férrea que los serbios utilizaron a principios de este mes para deportar a los albaneses de Kosovo. Aun así, en medio del hambre, del frío y de la muerte, Jehona ni siquiera lloraba. Tampoco hablaba. Apenas lo hace ahora. Sólo repite como una autómata un gesto: apretar la mano de una muñeca mugrienta que al hacerlo exclama en inglés la palabra "mamá". Fue un regalo de los soldados aliados cuando la rescataron de Blace para transportarla hasta el campo de refugiados de Stankovic I.

La difícil búsqueda

En ese lugar, Jehona siguió un ritual por el que hasta el momento han podido pasar 500 niños menores de 18 años. Pero en esta guerra, las cifras vuelven a perder la batalla. "Podrían ser muchos más, no sabemos los que hay perdidos sin sus familias en el interior de Kosovo, vagando por las montañas", aseguraba el pasado domingo Leigh Daynes, portavoz de la organización británica Save the Children. Junto al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que es quien intenta llevar el registro de los niños que se encuentran solos y de los padres que los reclaman, es la única organización que trabaja en la búsqueda de los menores en Stankovic I.

Pero los menores de 12 años casi nunca se quedan abandonados. Siempre hay una familia en el campo de deportados que decide adoptarlos. Éste es el caso de Jehona. Con un pelo muy corto ( en los campos casi todos los niños lo tienen como señal de que los piojos ya pasaron por su cabeza), Jehona intenta esconder la cara en el regazo de su nueva madre. A sus 27 años, Fatmire Cecelia se ha agarrado a su nueva hija como si la vida le fuera en ello. Y puede que así sea. Su caso es el inverso.

En algún lugar de Kosovo, de Albania o de Macedonia se encuentran sus dos hijos, de tres y seis años. Todavía se culpa y se golpea el pecho al recordar su tragedia. Perdió a sus pequeños por intentar protegerlos. Cuando llevaban más de siete días de peregrinaje bajo la lluvia y la nieve por tierras kosovares y ya se divisaba la ansiada frontera, aceptó la amabilidad de una mujer que le ofreció el interior de su coche para que los niños no pasaran más frío. ¿Por qué no iba a aceptar? Fatmire y su familia (lo que aquí casi nunca supone menos de ocho miembros) viajaban en un destartalado tractor. En la larga columna de coches y remolques tirados por mulas que serpenteaban por la carretera, desde el interior de Kosovo, hasta rozar ya el paso fronterizo, el vehículo con los hijos de Fatmire no se alejaba más de 50 metros.

Caos en la frontera

Pero, una vez más, el caos volvió a adueñarse de las vidas de los últimos sin tierra que ha visto este fin de siglo. Entre empujones y culatazos, los policías serbios pusieron en práctica su efectiva limpieza étnica y decidieron abrir la frontera. Una riada de vehículos pasó a Macedonia. Excepto el que cobijaba a los hijos de Fatmire, al que no le dio tiempo a cruzar. Al día siguiente, el 8 de abril, los serbios cerraron la frontera. Los hijos de Fatmire quedaron tras ella.

Desde entonces, su única esperanza es que, tras las nuevas deportaciones, estén en alguno de los cinco campos macedonios, ya desbordados al acoger a cerca de 70.000 personas. Por eso, religiosamente, cada mañana se acerca al centro de inscripción del CICR y repasa con el dedo uno por uno los nombres que exhibe una lista de niños perdidos colgada en un improvisado tablón de anuncios. De su mano lleva a su nueva hija.

Más tarde, un hombre con cara de haber trabajado más horas de la cuenta saldrá del barracón del CICR y añadirá un nuevo nombre a la lista: Zogitani Selatin. O lo que es lo mismo, un niño perdido y una infancia negada en un campo de refugiados a los siete años.

 

 

Milosevic:

Un frío manipulador que ha perdido todas las guerras

HERMANN TERTSCH. (El País, abril, 1999)
Madrid
Pasará a la historia, sin duda, Slobodan Milosevic, aunque todos los que le conocen consideran que eso le importa bien poco. Lo que suceda o se piense cuando él ya no pueda utilizar hechos y pensamientos le trae al parecer sin cuidado. Como tampoco le preocupa lo que piensen de él en vida. No tiene mayor necesidad de ser querido, ni por su pueblo ni por el exterior. Las emociones son un instrumento que sabe utilizar, que entiende, pero que no le afectan.

Es posiblemente el menos sentimental de los gobernantes desde Stalin. Y un increíble prestidigitador a la hora de burlar a la derrota. Es un maestro de la supervivencia. Algunos intentan descalificarlo como comunista o ultranacionalista o incluso iluminado panserbio o paneslavo. Se equivocan. Piensa de forma mucho más prosaica. En realidad, no tiene ideología y el único concepto inmutable que le guía es el instinto de poder. Por el poder, desnudo en realidad de todo objetivo que no sea preservarse, es capaz de matar, cambiar radicalmente su mensaje, ordenar genocidios o enviar a la miseria y a la derrota militar a su propio pueblo.

Este hombre es, más posiblemente que otros sátrapas de este siglo, más que otros hombres de poder y sin pasión, un fascinante objeto de estudio. Su padre se suicidó cuando él tenia 21 años. Su madre hizo lo mismo 11 años después. También se suicidó su tío, un general del ejército yugoslavo. Los que esperaban que él algún día imitara a sus padres han de reconocer ya que hay pocas probabilidades de que lo haga.

Porque si algo ha demostrado Milosevic es una inaudita capacidad de supervivencia. El balance de los 12 años que lleva en el poder es tan catastrófico, en la paz como en la guerra, que es difícil creer que nadie pudiera sobrevivirlo políticamente. Pero ahí sigue. Diez años después de caer el muro de Berlín. Sin oposición. Como líder indiscutido del viejo aparato del Estado y del partido comunista de Serbia, reconvertido en un régimen de retórica nacionalista, gestión paleocomunista y explotación mafiosa.

Su llegada al poder ya fue un indicio de su carácter. En un golpe de mano liquidó en mayo de 1989 a quien había sido su íntimo amigo y mentor en el partido, Iván Stambolic. Con una ofensiva propagandística implacable contra la persona a la que debía todo llegó a la presidencia de Serbia.

Viendo como caían uno tras otro los regímenes comunistas en el Este de Europa, reconoció la necesidad de una ideología sustitutoria para garantizar la supervivencia del aparato del Estado y del partido y recurrió al nacionalismo. En aquel Estado plurinacional y federal, la ofensiva de Milosevic en favor de los derechos de los serbios, supuestamente ignorados por Tito, pronto se convirtió en una virulenta campaña en favor de la hegemonía étnica de este pueblo en toda Yugoslavia.

El 28 de junio de 1989 se cumplía el 600º aniversario de la batalla de Kosovo Polje en la que el zar serbio Lazar sucumbió ante las tropas otomanas. Milosevic conoció aquel día a cerca de un millón de serbios en el escenario de la batalla y les dijo que "jamás nadie os volverá a tocar". Los serbios tenían que ser los dueños de Kosovo aunque, por la emigración de los serbios y la alta natalidad de los albaneses, aquella provincia autónoma tenía ya una población albanesa del 90%. Entonces se abolió la autonomía de Kosovo y de paso la de la Vojvodina, con una importante minoría húngara. Y Milosevic organizó en Montenegro una oleada de manifestaciones que llevaron allí al poder a hombres de su obediencia.

Con los cuatro votos de Serbia, Kosovo, Vojvodina y Montenegro en sus manos, Milosevic bloqueó la presidencia federal, impidió la rotación en la presidencia y de hecho dinamitó la federación. Así, con su exigencia de hegemonía racial serbia, Milosevic provocó el movimiento secesionista y se convirtió en el verdugo de Yugoslavia. Después comenzaron las guerras, primero en Eslovenia, muy breve; después en Croacia, ya muy cruenta, y después, atroz, la de Bosnia. Milosevic depuró el ejército del elemento yugoslavista en favor del serbio y quiso hacer una Gran Serbia, desde la frontera griega hasta muy cerca de Zagreb.

Hubo momentos en 1992 en que parecía capaz de lograrlo. Pero ahora, siete años después, está claro que ha perdido todas las guerras y que va a perder también Kosovo. En 1989 lo celebraban como el adalid de la causa, el que haría de Serbia un gran país, en el que todos los serbios vivirían en esa bucólica sociedad de armonía que los nacionalismos tienen como mito, expulsado los perversos foráneos y los impuros. Hoy es difícil negar que Milosevic se ha convertido en una maldición para el pueblo serbio, férreamente controlado por el aparato e intoxicado sistemáticamente por su propaganda. Como sucedió con Hitler en Alemania, el pueblo lo siguió como a un mesías. Y él los llevó al abismo.

 

El éxodo de la familia Shoshi

Relato del duro viaje de nuevo adultos y 12 niños que han llegado a un campo de refugiados de Tirana tras casi una semana de viaje

RAMÓN LOBO / ENVIADO ESPECIAL (El País, 11 de abril de 1999)
Tirana
La familia Shoshi es afortunada: ha perdido sus hogares, sus pertenencias, sus cinco vacas y su caballo, su tierra natal y su país, pero conserva lo más preciado: la vida. Son 21 miembros, de ellos 12 niños, hacinados en una tienda de campaña de loneta verde que amplifica como una lupa el tórrido calor que se abate estos días sobre Tirana y que es incapaz de detener los efectos perversos de las tormentas. Su rincón en ese mundo de acogida, a veces sofocante, a veces inundado, está formado por cuatro colchonetas, unas cuantas mantas, unas sacas en las que cuelgan el pan, una ringlera de zapatos viejos y unos bolsones de cuadros rojos en los que disimulan algunos de sus más preciados tesoros: una foto, un regalo de cumpleaños.

La abuela Raze dormita al fondo envuelta en sábanas, como si fuese un cadáver que respira. Yace tocada con un gorrito blanco que resalta el morado de sus párpados. Tiene 90 años, está sorda y teme morir lejos de sus antepasados. Dos de sus hijas, Time y Mereme, andan muy preocupadas por Nush, su hermana de 55 años, de la que no tienen noticias desde hace ocho meses. Ignoran si escapó con su marido y ocho hijos o si aún está presa en ese campo de muerte en el que se ha transformado Kosovo.

Mereme y su marido Myftar son los jefes de esta familia superviviente. Ella es incapaz de contener las lágrimas. Su hijo más pequeño, de tan sólo 18 años, su ojito derecho, lucha desde finales de marzo en las filas de la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). "Él nos dijo que se iba a pelear por su patria. Nos suplicó que no le separásemos de sus amigos. Por eso no pude negarme", dice su padre. Mereme, recostada sobre su brazo, solloza en un suspiro ronco. Algo le dice en su interior que su chico puede estar muerto. Tienen otros cuatro hijos. Hamdi, de 40 años, Zenun, de 34 —los varones, que viven con ellos en el campamento de Tirana—; Nepe que se fue hace 20 años a Francia con su marido, y Halixhe, de la que no saben nada desde hace diez días, cuando fueron expulsados de Skevian, un pueblecito al sur de Kosovo. Éste es el relato de su tragedia.

26 DE MARZO

"A las ocho de la mañana llegó la policía especial serbia", cuenta Zenun. "Fueron a casa del alcalde y le dieron una orden: hoy debe marcharse de aquí todo el mundo. La mayoría de los casi mil vecinos nos fuimos a las montañas"."Yo, en cambio, decidí quedarme", explica Myftar. "Ese día llovía. Por eso pensé que mover a la abuela y a los niños de la casa era una mala idea. Por la noche empezaron a llegar más tropas al pueblo. Tuvimos que protegernos tumbándonos en el suelo, debajo de los muebles. Ellos iban por ahí fuera disparando al aire y contra las fachadas y las ventanas. Tuve miedo. No tanto por mí, sino por mi familia. Zenun, que escucha en cuclillas, le interrumpe con un gesto calmo. "Desde la montaña no podíamos ver nada de lo que sucedía, pero el sonido de los disparos nos llegaba nítido. Hacía mucho frío. Yo estaba seguro de que los serbios vendrían para rematarnos. Por eso optamos por volver al pueblo a la mañana siguiente".

27 DE MARZO

"El retorno no lo efectuamos por la carretera principal. Ellos nos hubieran disparado. Cada uno se deslizó como pudo hasta su casa. Por la noche hubo más disparos. Pasamos toda la jornada encerrados, sin siquiera asomarnos a las ventanas. Ese día pensé en que las tropas terminarían por marcharse y no nos pasaría nada. Pero me equivoqué", asegura Zenun.

28 DE MARZO

"Esa mañana, a las diez, llegaron de nuevo los policías, aporreando las puertas con las culatas de los fusiles, o dando tremendas patadas. Nos obligaron a salir a la calle. Allí nos dijeron que teníamos dos horas para marcharnos. De lo contrario, el Ejército entraría en el pueblo para matar a todos los que no obedecieran esa orden". Hamdi habla con cierta dificultad. Los ojos traicionan su halo de forzada frialdad. Están bañados en lágrimas. Como los del resto de la familia que escucha tumbada en sus colchonetas. A su mujer, Samije, de 30 años, le tiembla la barbilla. "Para mí fueron las dos horas más amargas de mi vida", exclama Zenun. "Estaba como flotando. Actuaba como un autómata. Recogimos ropa y algo de comida, leche y agua. Lo cargamos todo en los tractores. Cada paso que daba era como una despedida de toda mi existencia. Ellos nunca nos notificaron el lugar adonde nos trasladaban, pero en el fondo de mi corazón sabía que nos expulsaban para siempre". "Algunos de esos policías", dice Shkurte, la mujer de Zenun, "se reían, pronunciaban groserías en su lengua y nos espetaban: '¡Marchaos a Albania!' Ése sí que es vuestro país. O marchad aún más lejos, a Estados Unidos, con el Clinton ése". "A las doce del mediodía nos pusimos todos en marcha. Una enorme columna de tractores, camiones y coches empezó a dirigirse a Jakova, otro pueblo situado a unos cinco kilómetros de Skivian. Antes de irnos ya estaban los soldados dentro del pueblo. Había carros de combate y vehículos militares. Las tropas llevaban el rostro tiznado y una cinta roja en el pelo, y todos parecían muy excitados. Otros se protegían la cara con unos pasamontañas de lana negros que sólo dejaban a la vista los ojos. Pero éstos no eran paramilitares. A la gente de Arkan nos la encontramos más tarde", dice Myftar. "Para efectuar ese recorrido de cinco kilómetros tardamos media hora. La policía nos registró antes de salir de Skivian. Buscaban armas. Allí, al frente de todos esos hombres, vi al comandante Millotin. Le conocía, porque era el jefe de policía del pueblo. Es un hombre malo con varias muertes sobre su conciencia. Pero mucho peor era su padre, hasta que unos desconocidos lo mataron en una venganza hace muchos años. Poco antes de la una de mediodía llegamos a Jakova.

Allí, los soldados nos obligaron a proseguir en dirección de Prizren. Nos tuvimos que detener en decenas de ocasiones en controles militares. En uno nos robaron la harina. '¡Que os den de comer en Albania!', exclamaba un policía. En otro nos retiraron todos los documentos. Incluso borraron el número de registro de los tractores. A los que conducían vehículos que ellos consideraban buenos, de calidad, los bajaban a golpes y les forzaban a subirse a otros. A Prizren llegamos a las seis de la tarde. Anocheció casi de repente", explica Zenun.

29 DE MARZO

"Esa noche sólo pudieron dormir las mujeres y los niños. Iban cubiertos con las mantas que pudimos salvar y con plásticos para protegerse del frío y de la lluvia", dice Hamdi. "Los varones conducíamos los vehículos. En aquéllos en los que viajaban dos hombres, éstos se podían turnar. En mi caso", cuenta Zenun, "tuve que mantenerme despierto toda la noche. Estaba solo, sin relevo posible. La carretera era muy peligrosa, con muchas curvas y barrancos y precipicios a los lados. Además, tenía que estar atento a la aparición de los controles. Si me pasaba uno de ellos corríamos el riesgo de morir tiroteados. Los agentes y los soldados con los que nos topamos en el camino estaban muy nerviosos. Todos repetían lo mismo, que nos fuésemos a Estados Unidos o a Albania". "Pasamos por muchos pueblos", relata cansino Mytar. "En todos ellos había tropas serbias. En uno, del que no recuerdo bien el nombre, unos soldados nos pararon y delante de nosotros quemaron una vivienda que ya estaba vacía. 'Mirad lo que hemos hecho con vuestras casas'. En los tractores llevábamos pintadas unas frases que nos garabatearon al salir del pueblo varios días antes. Decían: 'Propiedad adquirida por los serbios".

30 DE MARZO

"Este fue el peor día de todos", reconoce Zenun con el iris húmedo. "Cuando ya estábamos bastante cerca de la frontera albanesa, aparecieron los paramilitares de Arkan. Iban vestidos con trajes amarillentos con franjas negras. Parecían tigres. Por eso les llaman así, Los tigres de Arkan. A él, al jefe, no le vimos, pero sus hombres detuvieron la caravana. Iban armados con kaláshnikov y cuchillos de grandes dimensiones. Se acercaron a mi tractor. Uno de esos paramilitares me puso el fusil en los riñones y me dijo: 'Dame todo el dinero o te mato'. Traté de explicarle que nos habían obligado a huir de nuestras casas sin tiempo para recoger las cosas; le dije que ya nos habían quitado el dinero en otros controles, pero de nada sirvió. Apretó la bocana contra mi espalda y me volvió a amenazar: 'Si no tienes dinero será peor para ti, porque entonces tendré que matarte'. Un segundo paramilitar llegó por el otro lado del tractor y me acercó un cuchillo al cuello. Entonces les dije que tenía 500 marcos y se los di. Después se subieron a la parte trasera del tractor y fueron quitando a todas las mujeres los collares, los anillos de matrimonio, los pendientes. Nos quitaron también algo de comida. Pero al final, tras comprobar que ya no teníamos documentos de identidad, nos permitieron proseguir. Esa tarde, a las seis, llegamos a la frontera. Allí nadie nos tomó el nombre ni apuntó el número de los que cruzábamos a Kukes. Se limitaron a controlar que no llevábamos armas".

31 DE MARZO

"La noche en el campamento de Kukes fue muy dura", explica Time Shoshi, de 63 años, la hija mayor de la abuela Raze. Está viuda desde hace ocho años, pero arrastra detrás de sí a una prole de hijos y nietos. "Hacía frío. Todo estaba embarrado. Nos costó mucho encontrar un sitio para dormir. Ese lugar está repleto de gente de otras zonas de Kosovo. Algunos llevaban varias jornadas esperando ser trasladados". "Esa noche fue la primera en la que pudimos descender de los tractores", interrumpe Zenun. "Yo caí como un tronco sobre una manta y dormí toda la noche como si estuviera muerto. Estaba agotado. Me dolían los ojos y todos los huesos. Fue el primer instante desde nuestra expulsión en el que pudimos comer algo. Pan y algunos alimentos que adquirimos en una tienda de Kukes. Un vecino de esa localidad, un albanés al que dejamos al cuidado de nuestros cinco tractores, nos prestó diez marcos. Fue un gesto muy bello, porque él sabía bien que era imposible que se lo pudiésemos devolver".

1 DE ABRIL

"Por la mañana alguien nos dijo, casi en secreto, que había unos camiones y unos autobuses que llevaban a los refugiados hasta Tirana", recuerda Hamdi. "Nos pusimos todos en movimiento y tuvimos la inmensa fortuna de meternos en uno de ellos. Al llegar a la capital, la gente nos decía que siguiéramos hasta Dures, que allí encontraríamos cobijo. Pero, una vez más, la suerte se cruzó en el camino. Un médico que estaba empeñado en acogernos en su casa, aunque carecía de sitio, nos habló del campamento de la piscina. Allí nos dirigimos y encontramos acomodo".

Desde el 2 de abril, la familia Shoshi vive hacinada en una esquinita de una gran tienda verde en la que a veces hace calor y otras se inunda. Viven sobre cuatro colchones y una ristra de mantas viejas. Con una bolsa repleta de pan balanceándose sobre sus cabezas. En esa tienda comparten su vida de expulsados con otras personas que ni siquiera conocían. Comen tres veces al día y pasan las horas muertas pensando en su destino. Los tres varones se mueven por el campamento, se asoman al bar, pero no pueden ver la televisión. Para ello es obligatorio consumir. Una cerveza cuesta un dólar, una fortuna para ellos. Las mujeres de la familia lavan la ropa con la ración de jabón y acicalan su paraíso. Las niñas, como la revoltosa Besarta, de 11 años, son las encargadas de pasar por el suelo unas ramas que sirven de escoba. Sólo la pobre Mereme se niega a levantarse. Ni siquiera la emoción de una foto la mueve. Toda ella está en Kosovo, vagando por las montañas, junto a la sombra de su hijo de 18 años, ese ojito derecho que ella sueña ya muerto en sus peores pesadillas.

 

Estadísticas de los Desplazamientos en la zona

4 de mayo de 1999.

Tabla 1: Estimaciones de Poblaciones Diarias (los números se refieren a los desplazamientos desde Marzo de 1998)

Refugiados/Desplazados en: Observaciones

TOTAL

República Federal de Yugoslavia

(República de Montenegro)

- Llegadas 2 de mayo: unas 2 ¿?????

61,900

República Federal de Yugoslavia

(República de Serbia)

- No hay números disponibles sobre los desplazamientos en Kosovo
- Informe del gobierno yugoslavo de 50,000 en Serbia no confirmado 

No disponible

Ex República Yugoslava de Macedonia (FYROM) - Población del campamento 2 de mayo: 99,850

- Población en casas privadas 1 de mayo: 93,370 (último número recibido de la Cruz Roja de Macedonia)

- Llegadas 3 de mayo: 11,600

- Salidas 3 de mayo: 750 por vía aérea

204,070

Albania - Llegadas de Kosovo 3 de mayo: unas 700

396,300

Bosnia-Herzegovina - El total incluye solo refugiados kosovares

- También 20,000 llegadas de Sandzak y 10,500 serbios y montenegrinos

15,000

TOTAL  

677,270

País de acogida

Llegadas

3 de mayo

Total

Austria

---

1,145

Bélgica

---

1,205

Croacia *

---

188

República Checa

122

346

Dinamarca

---

156

Finlandia

---

481

Francia

---

2,354

Alemania

---

9,974

Islandia

---

23

Israel

---

106

Holanda

163

1,474

Noruega

134

2,166

Polonia

---

635

Eslovenia

---

115

España

---

208

Suecia

163

758

Suiza

---

33

Turquía §

162

5,827

Reino Unido

---

330

TOTAL #

744

27,524

Croacia: de los cuales 88 bilateralmente sin apoyo del ACNUR/IOM
§ Turquía: de los cuales 1,980 sin apoyo del ACNUR/IOM (fuente: gobierno turco)
# Total: de los cuales 2,068 sin apoyo del ACNUR/IOM

Psicología del refugiado

Estudios sobre adaptación y salud mental en diferentes grupos de refugiados durante las últimas décadas han indicado consistentemente que:

  1. La experiencia de ser refugiado ejerce un impacto significativamente negativo sobre las personas que han sido forzadas a escapar de su tierra.
  2. Estas influencias negativas tienden a persistir.
  3. Similares fuentes de estrés están habitualmente presentes en todos los grupos de refugiados a pesar de su procedencia cultural y social.
  4. Ciertas manifestaciones de estrés pueden ser más prevalentes entre personas que han pasado por la experiencia de ser refugiado.

Sobre trastornos psiquiátricos no hay estudios definitivos pero el sentido común y las observaciones clínicas sugieren que el alto índice encontrado entre la población refugiada, tiene una explicación más bien reactiva que natural.

Se requiere más investigación sobre la experiencia de ser refugiado no sólo para enriquecer nuestro conocimiento sobre la naturaleza de la salud mental de los refugiados y nuestras habilidades para proporcionar unas intervenciones adecuadas, sino que también aportaría información valiosa sobre el papel del estrés y del cambio de vida en la causa o precipitación de diversos síndromes psiquiátricos.

Otra área de investigación muy interesante está relacionada con la forma en que los refugiados encaran las extraordinariamente difíciles situaciones por las que pasan y en qué manera la diferente procedencia cultural provee algunos mecanismos que ayudan a salvar este duro proceso.

FUENTES DE ESTRÉS entre los refugiados:

Pérdidas y dolor por esas pérdidas (familia nuclear y/o extensa, amigos, negocios, propiedades).

Aislamiento social. (por pérdida de sus antiguas redes sociales, por no querer refrescar los acontecimientos traumáticos, por políticas locales de separación, etc.)

Inconsistencia del status. (la pérdida del status adquirido provoca sensaión de privación e inseguridad especialmente en los casos de descenso).

Impacto de experiencia traumáticas. (influencia retardada y recurrente en la salud mental que varía según las personas y los casos).

"Shock Cultural" y Ajuste a nuevos estilos de vida. (después de una alegría inicial aparecen las dificultades para adaptarse a una nueva cultura que varían según la preparación de la persona y las diferencias culturales).

Estrés aculturativo. (pasado un tiempo emerge la influencia de los conflictos ocurridos durante el proceso de aculturación que pueden disturbar la armonía intra e interpersonal).

Modernización acelerada.

Estatus de minoría.

 

Consecuencias del ESTRÉS habituales en refugiados:

Ansiedad y depresión.

Preocupaciones somáticas y quejas.

Conflictos maritales.

Conflictos intergeneracionales.

Abuso de sustancias.

Comportamientos desadaptados (violencia, ira, fracaso escolar, dificultades en el trabajo...)

SÍNDROMES PSIQUIÁTRICOS EN REFUGIADOS:

Desórdenes de depresión y ansiedad.

Estrés postraumático.

Desórdenes disociativos y de conversión.

Psicosis breve reactiva.

Psicosis paranoide.

Síndromes orgánicos cerebrales (hematomas subdurales por golpe, epilepsia, tuberculosis, etc.)

Esquizofrenia y trastorno bipolar.


Bibliografía:

Direcciones de interés:

 

Webs de interés sobre el conflicto:

Centro de crisis de Kosovo: http://www.alb-net.com/index.htm

Página del ELK: http://www.zik.com/rubrika.htm

Kosovo: página oficial del gobierno yugoslavo: http://www.gov.yu/kosovo_facts/index.html

Página Oficial de la OTAN: http://www.nato.int/

Propuesta de paz del Grupo de Contacto del 29 de enero de 1999: http://www.ohr.int/docu/d990129a.htm

Negociaciones de paz de Rambouillet: http://www.france.diplomatie.fr/actual/evenements/rambouillet.gb.html

Radio Independiente yugoslava B92: http://www.b92.net/

Informes del Institute for War and Peace Reporting: http://www.iwpr.net/

Acuerdo de Paz de Dayton : http://www.state.gov/www/regions/eur/bosnia/dayton.html

Resolución 1199 del Consejo de Seguridad : http://www.un.org/spanish/docs/sc98/sres1199.htm (en español)
Resolución 1160 del Consejo de Seguridad : http://www.un.org/spanish/docs/sc98/sres1160.htm (en español)

Artículos de debate sobre la guerra en Yugoslavia: http://www.elpais.es/p/d/debates/debates.htm

Artículos publicados en El País sobre la guerra de Kosovo: http://www.elpais.es/p/d/temas/kosovo/portada.htm

Cuentas de solidaridad en España: http://www.elpais.es/p/d/temas/kosovo/cuentas.htm

Campo de refugiados: www.educared.net/refugiados

Ayuda a Kosovo, cuentas bancarias en varios países:http://www.unhcr.ch/youhelp/kosovo.htm

ACNUR-España: http://www.servicom.es/acnur/kosovo.html